Los radiofármacos son una amplia clase de fármacos de diagnóstico o terapéuticos. Están compuestos de un compuesto orgánico unido a un isótopo radioactivo, como el tecnecio, el yodo u otros. Cuando el isótopo se desintegra, este emite energía en una longitud de onda específica que depende de la identidad del átomo radiactivo. Los radiofármacos tienen diferentes funciones importantes en las instalaciones médicas modernas. Una de sus aplicaciones más comunes es la imagenología médica, especialmente para las tomografías por emisión de positrones (PET). Las tomografías PET se usan para el diagnóstico de cáncer, enfermedades neurológicas y enfermedades cardiovasculares
Cuando se realiza una tomografía PET a un paciente, este consume primero una pequeña cantidad de un compuesto radiofármaco (normalmente un análogo de glucosa radiomarcado), que se esparce por todo el cuerpo. A continuación, el paciente se estira en un escáner PET, que detecta la radiación gamma emitida por el fármaco. Cuando las células del paciente consumen glucosa para obtener energía, descomponen la glucosa radiomarcada, lo cual provoca una disminución de la señal del PET en la zona. Por lo tanto, las exploraciones PET se pueden utilizar para cuantificar el metabolismo de la glucosa en regiones específicas del cuerpo.
Además de los diagnósticos, los radiofármacos también se pueden utilizar para los tratamientos. Estos fármacos suelen emitir una radiación alfa o beta que pierde energía en distancias mucho más cortas en comparación con la radiación gamma, lo cual permite una localización precisa del tratamiento. La radiación daña las células cercanas, lo cual se puede usar para destruir células cancerígenas o reducir el dolor artrítico causado por la inflamación.
Como con todos los fármacos, los radiofármacos están sujetos a estrictas regulaciones contra la contaminación por endotoxinas. Las endotoxinas, conocidas como lipopolisacáridos o LPS, son componentes de la membrana exterior de las bacterias gramnegativas. Son un potente pirógeno que puede causar una fiebre peligrosa, choque séptico o incluso la muerte en dosis muy pequeñas. Las endotoxinas también son muy termoestables, lo que dificulta su eliminación en los productos médicos.
Para detectar el nivel de contaminación por endotoxinas, las instalaciones médicas usan el ensayo del lisado de Amebocito Límulus (LAL). Mediante enzimas derivadas de la sangre del cangrejo de herradura Límulus, el ensayo LAL detecta endotoxinas con una gran sensibilidad y cuantitativamente gracias a una reacción de coagulación.
Los radiofármacos deben tratarse con precaución al realizar el ensayo LAL debido a la posible interferencia con los componentes del ensayo. Específicamente, una de las enzimas críticas del ensayo LAL, llamada transglutaminasa, requiere la presencia de iones Ca2+ libres. Sin embargo, los radiofármacos suelen contener agentes quelantes, que agotan el Ca2+ en la solución. Esto puede producir falsos negativos en el ensayo LAL.
Para evitar este problema, un estudio de 2014 publicado en el Journal of Nuclear Medicine Technology se inventó una solución sencilla y efectiva. Los autores añadieron cloruro de calcio adicional al fármaco antes de realizar el ensayo LAL. Descubrieron que esto aliviaba por completo cualquier interferencia causada por los agentes quelantes en el radiofármaco.
En resumen, los radiofármacos tienen una función clave tanto en los diagnósticos como en los tratamientos. Sin embargo, estos fármacos tienen un riesgo de contaminación por endotoxinas y deben tratarse con cuidado durante el ensayo LAL. La adición de cloruro de calcio puede evitar la interferencia causada por agentes quelantes.